viernes, 15 de diciembre de 2017

Prevención del sarampión

La medida más importante para la prevención es la vacuna. Generalmente los lactantes están protegidos del sarampión durante los primeros seis meses de vida debido a la inmunidad que les transmiten sus madres. La mayoría de los niños reciben la vacuna del sarampión como parte de la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola, o la vacuna MMRV (que protege contra el sarampión, las paperas, la rubéola, la varicela),  que se administra entre los 12 y los 15 meses de edad y de nuevo entre los cuatro y los seis años.

La vacuna del sarampión no se suele administrar a lactantes de menos de 12 meses. Pero, si se declara una epidemia de sarampión, se puede administra la vacuna a niños de 6 a 11 meses, como ha determinado el Ministerio.

Esta vacuna no debería administrase a mujeres embarazadas, a niños con tuberculosis activa sin tratamiento, leucemia u otros cánceres, ni a personas cuyo sistema inmune está deprimido por cualquier razón. Tampoco debería indicarse a aquellos niños que tengan antecedentes de graves reacciones alérgicas a la gelatina o al antibiótico neomicina, ya que existe el riesgo de que presenten reacciones graves a la vacuna.


¿Cómo se trata?

Como está provocado por un virus, no hay tratamiento específico y el virus debe seguir su curso. Es fundamental el diagnóstico rápido, y también el reposo y la hidratación (se debe ingerir abundante líquido). Los síntomas del sarampión suelen durar aproximadamente dos semanas.

Un niño que tiene sarampión debe ser vigilado de cerca. A veces, el sarampión puede llevar a otras complicaciones, como otitis, diarrea, pulmonía y encefalitis (una infección grave de cerebro), que puede requerir antibióticos u hospitalización.




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