- Eliminación de la rabia canina:
La rabia se puede prevenir administrando una vacuna. La vacunación de los perros es la estrategia más rentable para prevenir la rabia en el ser humano. No solamente se reducirán los fallecimientos atribuibles a la rabia, sino también la necesidad de profilaxis tras la exposición como parte de la atención a los pacientes mordidos por perros.
- Sensibilización sobre la rabia y la prevención de las mordeduras de perros:
La educación sobre la conducta de los perros y la prevención de las mordeduras, tanto para los adultos como para los niños, es fundamental en todo programa de vacunación contra la rabia si se pretende reducir su incidencia en el ser humano y el costo del tratamiento de las mordeduras. Es necesario mejorar los conocimientos de las comunidades en materia de prevención y lucha contra la rabia, en concreto sobre la responsabilidad que supone tener una mascota, la prevención de las mordeduras y el modo de actuar cuando estas ocurren. El compromiso de las comunidades y su participación en los programas preventivos contribuyen a mejorar la cobertura y la recepción de la información más importante.
- Inmunización humana preventiva:
Hay vacunas antirrábicas que se pueden utilizar como inmunización anterior a la exposición. Se recomienda administrarlas a personas que tengan ocupaciones de alto riesgo, como el personal de laboratorio que trabaja con virus de la rabia y otros lisavirus vivos y las personas que realizan actividades profesionales o personales en las que puedan tener contacto directo con murciélagos, animales carnívoros y otros mamíferos de zonas afectadas por la rabia. Por ejemplo, es el caso del personal que trabaja en programas de lucha contra las zoonosis y de los guardabosques.
También se recomienda vacunar a las personas que viajen a zonas remotas donde se transmita la rabia que vayan a pasar mucho tiempo realizando actividades al aire libre, como la espeleología o el montañismo. Igualmente, se debe vacunar a los extranjeros que viven en países de transmisión de la enfermedad y a los viajeros que se ven obligados a permanecer durante estancias prolongadas en zonas de alto riesgo si el acceso a los productos biológicos de prevención de la rabia humana es limitado. Por último, conviene considerar la posibilidad de vacunar a los niños que residan o visiten zonas de alto riesgo, puesto que corren mayor riesgo debido a que suelen jugar con los animales. Los niños pueden sufrir mordeduras más graves e incluso no decir que han sido mordidos.
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